El objetivo es acabar con la deforestación a pasos agigantados,
y hacerlo de una manera práctica e innovadora, aplicando una
gran solución a un mal no menor, siguiendo el consejo de la
popular frase que aconseja solucionar grandes males, con
grandes remedios.
¿Sus armas? Una fe en sí mismo a prueba de bomba y un ejército de drones capaz de sembrar hasta 36.000 semillas cada día. ¿Sus principales bazas? Alcanzar zonas inaccesibles (escarpadas, etc.) gracias a las características de los drones, pequeñas aeronaves sin tripulación que sobrevuelan y actúan allí donde se les ordene.
En cuando al modus operandi, cuando el dron sobrevuela una determinada zona deforestada se le dirige a aquellos puntos más idóneos para dejar las semillas. Para ello el dron se conduce automáticamente siguiendo una serie de indicaciones que resultan de la aplicación de un programa que analiza datos cartográficos en 3D.
La velocidad y automatización del proceso, así como el bajo coste son otras grandes ventajas que le hacen ser optimista y, según sus planes, en unas pocas décadas lo que antes era erial podría convertirse en arboleda, en zonas de nuevo llenas de vida.
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